ADHESIONES


Defender, extender y profundizar un proyecto socioeducativo y solidario que, en apenas un año de implantación, ha conseguido enseñar a leer y a escribir a unas 600 personas iletradas, en Sevilla, la mayor parte de ellas procedentes de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. Eso es lo que se ha propuesto la Red de Apoyo al Yo, sí puedo, el programa de origen cubano que la Fundación DeSevilla desarrolla en la capital hispalense y que tan buena acogida ha tenido hasta la fecha en los lugares donde se lleva a cabo.

Entidades de todo tipo –vecinales, culturales, deportivas…– se han sumado ya a esta iniciativa, adhiriéndose a un manifiesto fundacional que hoy se hace público por primera vez. La mayoría de ellas son asociaciones y organizaciones que colaboran activamente con el Yo, sí puedo, si bien el documento está abierto a todo aquel que desee expresar, de manera individual o colectiva, su respaldo a esta hermosa experiencia de cooperación Sur-Norte y, al mismo tiempo, comparta con sus promotores el anhelo de consolidarla al máximo para que algún día no muy lejano Sevilla pueda ser declarado Territorio Libre de Analfabetismo.
Entre los respaldos individuales se encuentran Carlos Alberto Cremata, director de la compañía de teatro infantil La Colmenita de Cuba, nombrada Embajadora de Buena Voluntad por UNICEF o Liborio Noval, prestigioso fotógrafo cubano.
Los firmantes del manifiesto que hoy ve la luz valoran “el esfuerzo municipal” realizado a la hora de poner en marcha el Yo, sí puedo. Pero van más allá, al pedir también “que se apruebe en las Administraciones Públicas el interés social de este programa para los que nunca hablan, para los que sufrieron cada día de su vida por no saber leer ni escribir, para los que la vida no era vida, para los que con solo mirar el televisor aprendieron, para los que recuperaron la palabra”.

Asimismo, en el texto se hace referencia a los objetivos de la UNESCO, organismo internacional que proclamó el “Decenio de Naciones Unidas para la alfabetización” al periodo comprendido entre los años 2003 y 2012. Y cuya Asamblea General afirma en el preámbulo de dicha resolución estar convencida de que “la alfabetización es esencial para que todo niño, joven y adulto adquiera los conocimientos esenciales para la vida cotidiana, y un medio indispensable para la participación eficaz en la sociedad y la economía del siglo XXI”.
Los impulsores de la Red de Apoyo al Yo, sí puedo en Sevilla consideran que este proyecto sintoniza sobradamente con la filosofía y con las metas marcadas por la UNESCO. Por eso, solicitan al Ayuntamiento que “lo asuma como un programa global de alfabetización, propiciando y promoviendo los mecanismos precisos para su aplicación en los barrios que lo necesiten”. Todo ello con el fin de acabar cuanto antes con una lacra que, desgraciadamente, afecta en la actualidad a unos 35.000 sevillanos y sevillanas.
En otro orden de cosas, esta iniciativa surge como respuesta a los ataques que, tan injustamente, la derecha económica, política y mediática de la capital hispalense suele lanzar contra el Yo, sí puedo, recurriendo a un sinfín de falsas acusaciones y falacias relacionadas con las subvenciones sobre las que se sustenta o con la procedencia del programa. Esto ha motivado que mucha gente, conocedora de la impagable labor que desempeñan los facilitadores y los asesores del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), haya decidido organizarse y hacer frente a tales agresiones e intoxicación a través de esta Red de Apoyo.

Por otro lado, la fecha escogida para anunciar la constitución de esta Red de Apoyo al Yo, sí puedo tampoco resulta casual. Al elegir el 26 de Julio (Día de la Rebeldía Nacional), sus miembros pretenden saludar una efeméride insigne para el pueblo de Cuba, el país donde se creó este singular método alfabetizador en el año 2003, y cuyo mérito es mayor si se tiene en cuenta que allí ese flagelo quedó eliminado definitivamente en 1961.

Desde la creación de este programa, decenas de naciones lo han abrazado y muchas han logrado erradicar el analfabetismo a través de este procedimiento, accesible y sencillo, que vincula, mediante teleclases y con la ayuda de facilitadores, los números con las letras, partiendo de una relación entre “lo conocido” hacia “lo desconocido” para la persona iletrada. De modo que ésta termine siendo capaz de expresar sus ideas de forma coherente, por escrito y con una caligrafía legible en un plazo de entre dos y cuatro meses. Igualmente, el sistema favorece la implicación y la participación de la comunidad en los barrios en los que se acomete y la mejora de las condiciones de vida de sus vecinos.
Venezuela fue el primer país en importarlo y, en sólo dos años de desarrollo, consiguió en 2005 la declaración de Segundo Territorio Libre de Analfabetismo de América Latina, éxito que repetirían poco después Bolivia (2008), Nicaragua y Ecuador (ambos 2009).
Actualmente, el Yo, sí Puedo se aplica en 30 estados de todo el mundo, con distintas versiones que se adaptan a cada contexto y con una eficacia en la alfabetización que le ha valido el reconocimiento en reiteradas ocasiones, incluyendo el premio Rey Sejong concedido por la propia UNESCO.